domingo, 21 de octubre de 2007

Sakha fturkum!

Terminan las noches de Ramadán
El sol anaranjado debe de haber avisado a los imanes para que en el preciso instante en el que él se esconde por la bahía de Argel ellos salgan a llamar a la oración. Un suspiro general y la ruidosa ciudad se calla como por arte de magia para escuchar el duelo de asincrónicas allah barak de las más de cien mezquitas de la ciudad.

El iftar.

Tres millones de personas comparten la misma actividad. La tradición se mantiene viva.

Vacío.

Silencio.

Seguimos callados. Tan sólo el ruido de algunas cucharas que chocan con el plato de chorba.

En la ya cerrada oscuridad comienzan a salir los primeros hombres, que se dirigen a rezar. Visten con túnica blanca y muchos con el traje afgano que va ganando en adeptos en Argelia. Gorrito blanco también. Se ven niños, orgullosos de acompañar a sus mayores en tan solemne acto.

Los templos de la ciudad celebran con discreción el mes sagrado. Algunas luces extra, algunos megáfonos en el exterior para llegar a todos los fieles en la oración principal.

La calle se llena ahora de adolescentes y jóvenes, raudos en acabarse los boureks y que, cual plaga, comienzan a ocupar sus habituales sitios en los muros de la ciudad, en las sombras de las estrechas calles de Mesonier. Sus gorras, sus chanclas, sus oscuros ojos que siguen sin arrancar el brillo incluso en Ramadán.

Terminados los obligados karbelous, son las familias las que salen a las calles. Sobre todo a partir de la tercera semana de cuaresma, las mujeres dejan sus escondites cubriendo sus cabezas con coloridos velos y se echan a la calle para cambiar el moderno paisaje de la Didouche de la tarde en una más conservadora pero bulliciosa avenida. Hay que cerrar los últimos detalles para el Aid: ropa nueva para los niños, sesiones de peluquería para ellas.

Y aparecen los mendigos. Esos que todo el año intuyes que existen pero que no ves, se acuestan ahora en los portales y las esquinas del centro de Argel. Es el mes de la caridad, como paradoja a la excesiva subida de precios de alimentos básicos que ahoga a las familias. Se ven escasas monedas a sus pies.

Si bien son pocos los argelinos que se cuestionan hacer el ayuno –incluso aquellos más transgresores que lo ven como “el único sacrificio que hacen por Allah en todo el año”-, son diferentes las formas de vivir sus noches.

S. las pasa en familia. Incluso si son pocos en casa, tras el menage, todos se sientan a ver las teleseries americanas de la programación “Especial Ramadán” de la MTV. También la televisión argelina, de escasa audiencia durante el resto de año, gana en asiduos gracias a las emisiones de las exitosas telenovelas egipcias.

M. aprovecha para ligar pues a muchas chicas argelinas es el único momento del año en el que las dejan salir de noche. Aunque el lugar es lo de menos, frecuenta la Khaima del Tennis Club de Ben Aknoun, conocida por ser el lugar de reunión de las “mejores nanas” de Argel y pecando de ser un poco “chichi”: juventud, charlas, té y un poco de postureo.

A K. no lo pillas en casa en Ramadán. Las khaimas “class” le esperan. La del Concesionario SOVAC es la más demandada, con su show room, su karaoke y su sesión de dj con final rai. La gente –como salida de una entrega de los Óscar- procura vestirse de blanco y negro, a juego con los colores del lugar. Se ofrecen zumos y refrescos de colores, tés y pasteles, regalo de la casa.

Teatro de la Verdure, RIAD El Feth, Palacio de la Cultura… Ça bouge à Alger.

A L. se le acumula el trabajo en la gasolinera. La gente se desplaza más en Ramadán, de visitas a las familias: por la noche, tiene lleno en Bab El Oued. Después, prefiere los paseos en coche por el Front de Mer aunque haya que esperar en los atascos (provocados muchas veces por el aumento de controles policiales en la ciudad). Él disfruta saboreando su cigarrillo, que tanto ha echado de menos por el día, y escuchando las canciones de Renaud.

H y F han preferido crear su propio café-khaima. Con dos telas, cuatro mesas y un par de dominós han creado el “centro social” del barrio. Unos pinchitos de carne, unos tés del termo de su madre y la eterna guitarra, no les da dinero pero están a gusto.

La noche argelina es así.

Te puedes sorprender empezando por tomar un helado en el Dolce & Cabana y terminando en una fiesta de celebración de la circuncisión. Con niños de cinco años con cara de miedo ante el despliegue de medios del Croissant Rouge argelino.

Te ofrezco un concierto de auténtico Châabi en Bab El Oued (separado por sexos). Te ofrezco un zumo de limón al doble de su precio en el Boucheron de Hydra. Un atasco en El Biar. Un hamman para mujeres de noche. Un paseo por la Casbah, donde no distinguirías si es 2007 o 1900.


Te ofrezco un Argel que ofrece, pero que guarda su esencia de sobriedad, de paradoja y de temor. Temor a que las cosas sean fáciles, incluso en Ramadán.

Escrito por nuesta reportera en Argel:

L. F.

1 comentario:

Miguel San dijo...

Que diferente es el ramadan que me pintas de Argel, al que llevo años viendo, que no viviendo, puesto que no profeso la religion islamica, aqui en Ceuta. Aqui es completamente diferente, los fieles musulmanes si que salen a la calle despues de comer en casa, pero no hay domino, ni damas, ni te, ni charla, ni inocentes pasatiempos, aqui la diversion consiste en las carreras con sus motos de gran cilindrada, en buscar pelea con el gauri, como nos llaman a los españoles o a los cristianos, que es una palabra despectiva, la diversion consiste en hacer el animal de la forma mas salvaje posible y la ultima noche de ramadan, como siempre es la noche en la que no puedes salir, porque multiplicados y salvajes cual gremlins asaltan la calle, se cargan el cine, buscan bronca con quien se les ponga delante y se ponen tibios de cerveza, hachis y kifi.

Siempre he pensado que los musulmanes de Ceuta, tomaron lo peor de ambas culturas.