miércoles, 4 de marzo de 2009

Disco de la semana: Brian Eno & Harold Budd - The Pearl (1984)


Pues sí, esta lloviendo y ha vuelto ese invierno gris y plomizo que le hacen a uno desear acabar con los huesos en un buen sillón sin hacer nada durante horas, y he vuelto a escuchar las deliciosas músicas para piano de Erik Satie y las “ambient series” de Brian Eno: La música para aeropuertos, “On land”,“The plateaux of mirror” y “The pearl”, voy a hablar hoy de este último, disco que nunca me cansa, que crece con los años, que conserva un elemento emotivo y conmovedor que no se de que jodida manera toca los más profundos nervios en el cerebro, y que como digo, apetece en estos días húmedos pre-primaverales.

Brian Eno: mago de la experimentación sin límites y los tratamientos electrónicos, amen de las producciones faraónicas. Harold Budd: virtuoso pianista y asiduo colaborador de músicos de la más variada condición y procedencia (ya antes hablé aquí de ambos). Pues bien, a finales de los 70 el primero conoce al segundo, le publica su primer disco y se establece una amistad que culmina con dos colaboraciones, “Ambient 2: The plateaux of mirror” de 1980 y “The pearl” ya en el 84.

El escenario: La mansión victoriana de Daniel Lanois (colaborador en las producciones de Eno para U2)en Ontario (Canada), insólito estudio repleto de rincones y lugares inusuales para grabar donde Eno halló un ideal centro de operaciones por la particular acústica.

La premisa del disco es simple: Budd juega a dibujar preciosistas dibujos al piano, imágenes, simples bocetos, demos,… todo muy impresionista y etéreo; estos sonidos, ya en manos de Eno, son maleados a base de ecos, clusters y delays. Resultado: Budd acompaña con el piano ambientes electrónicos que él mismo había generado sin darse cuenta.



Una grabación sublime y tranquila de 11 poemas en tono ambiental en base a tratamientos de piano. Bases de acordes simples, arpegios, las melodías con frecuencia son arrastradas por delicados susurros electrónicos para producir efectos ensoñadores. Aunque el objetivo era un trabajo esencialmente minimalista, los ecos y el espacio entre notas hacen que el disco vaya mucho más allá del objeto inicial de los autores, que escape a su pleno control y que cobre vida a cada nueva escucha. ”Against the sky” y “An Echo of night”, por ejemplo, exploran las misma notas pero con ajustes diferentes, el primero es una improvisación pianística escueta con apacibles tratamientos, el segundo es un trabajo de sintetizador oscuro que golpea contra un telón de grabaciones de campo nocturnas vía Eno (ver video).

Maravillosamente minimizado, el ballet clásico al ralentí de “The Pearl” es un collage de impresionismo ambiental sumamente original en su día, mucho antes de las hordas de imitadores “New Age” y sus pretenciosas composiciones para recopilaciones "mid-prize" de las estanterías del Carrefour. “The pearl” permanece impasible al paso del tiempo, actual y clásico al mismo tiempo, al lado de las "Gymonpedies" de Satie o los Nocturnos para piano de Debussy, que es junto a quien se debe ubicar a estos dos ascetas insobornables de nuestra era.

2 comentarios:

Gustavo Garcia dijo...

La letra de la canción es muy buena.

PD. De mayor quiero escribir como tú.

Kieleth dijo...

Qué bueno, el disco de la semana, ya lo estaba echando de menos.

Coincido contigo, aunque seré menos preciosista en mis palabras: es un disco cojonudo.

Lo llevo escuchando ya bastante tiempo, y es uno de los favoritos para esos momentos extraños en los que te reconcilias con un buen libro y el tiempo se escapa en los límites de nuestra percepción.

Mucho curro, piscina y juergas, vida.

Abrazos!